
¿La ilusión de creer que alguien más trae los regalos es buena o mala para los niños?
Entramos a la época del año en el que las distintas culturas, educaciones y formas de pensamiento se contraponen una vez más. Año con año este tema se vuelve aún más controversial para los padres de familia y en muchas ocasiones son motivo de discusiones acaloradas, ya sea entre los padres del niño, o incluso en la familia extendida (abuelos, tíos, padrino, etc.).
Para algunas familias es una tradición maravillosa, consideran que es parte de la infancia, que hace la navidad más divertida, más especial y que solo será por un breve momento, porque los niños crecen muy rápido y pronto se dará cuenta de la realidad.
Otras personas piensan que involucrarse en el tema de Santa, papá Noel, el Niño Dios, o como le digan en tu país; es contar una mentira, sienten que son malos padres, irresponsables, mentirosos y piensan que perderán la confianza de sus hijos una vez que estos descubran la verdad. De hecho, hay corrientes educativas que sugieren firmemente no exponer a los niños a hechos irreales o de fantasía, es decir, caricaturas, superhéroes o cualquier escenario que conlleve ficción, ya que sostienen que el niño no tiene la capacidad suficiente para distinguir la realidad de lo que no lo es y puede crear alteraciones en su personalidad, realidad y entorno.
Por otra parte, se encuentran los niños que, por una u otra razón a edad muy temprana se enteraron que este tema es ficción y se encargan de informarles a todas las personas que se cruzan por su camino, sin importar su edad o su creencia sobre este tema. Las familias que decidieron no envolverse en esta fantasía lo toman con normalidad, mientras que aquellas que decidieron mantener esa ilusión se molestan cuando estas situaciones pasan y se encargan de asegurar que es real, incluso llegando a discusiones largas sin sentido.
La realidad es que no existe respuesta correcta para esta situación, porque independientemente de tu postura hacia este tema, es importante que todos mantengamos el mismo respeto y que a su vez, se lo trasmitamos a nuestros hijos, ya que nuestros pequeños no deberán esforzarse por convencer a los demás de sus convicciones. Lo más importante es que ustedes como familia estén contentos y convencidos del acuerdo al que llegaron, sin forzar a nadie a pensar como ustedes, pero sin dejarse presionar por los demás.