
Por qué decidí desescolarizar a mis hijos
Todos alguna vez hemos pensado que “perdemos el tiempo en la escuela” y/o nuestros hijos lo han manifestado en alguna ocasión, ya sea porque las actividades no son de interés para nosotros, porque alguna actividad duró más tiempo de lo que nos gustaría, o quizá porque estábamos muy interesados realizando alguna actividad y fue suspendida para iniciar otra, en fin; las razones son muchas, pero el sentimiento nuestro y de nuestros hijos es el mismo.
Todos los días llegaba mi hijo quejándose de esto, decía que se aburría porque terminaba rápido, y la maestra no lo dejaba jugar, o me llegaban quejas constantemente porque distraía mucho a sus compañeros, o platicaba mucho en clase, etc., y mi argumento era decirle a la maestra que le pusiera actividades más retadoras a él, que le tomen mayor tiempo en realizar, o dele actividades extras para que pueda resolver en lo que terminan los demás y, aunque la profesora hacía su mejor esfuerzo, mi hijo siempre llegaba fastidiado de la escuela por lo mismo.
Gracias a este factor y muchos otros, las mañanas para mi familia se volvían caóticas, porque, aunque se hubieran ido a dormir temprano el tema siempre era… “no me quiero levantar porque no quiero ir a la escuela”. ¿Qué hacía yo?, pues comenzar la eterna discusión de porqué si tenían que ir a la escuela y comenzaba a apurarlos para que se vistieran, se peinaran, desayunaran, etc. Y siempre, pero siempre, salía con el tiempo justo para llegar a la escuela.
Te soy sincera, llegaba un punto del ciclo escolar en que era agotador para ambas partes y mi sentimiento de hacer homeschool con ellos se fortalecía todas las mañanas con estas discusiones y, si a esto le sumamos que había días fríos, con lluvia, días que se enfermaban, etc. La verdad es que sacarlos de la escuela llamaba cada vez más mi atención.
Sin contar la cantidad de veces que lo pensé cada que tenía que hacer un gasto fuerte en la escuela, en México el artículo tercero de la constitución dice que la educación debe ser laica, gratuita y obligatoria. Pero de gratuita no tiene nada, porque, aunque los niños asistan a la escuela pública tenemos que pagar una cuota de inscripción, uniformes, calzado, mochila, libretas y útiles escolares, en algunas escuelas te cobran seguro escolar, más lo que se les vaya ocurriendo durante el ciclo escolar, incluidos los disfraces de cada evento y el material para hacer tal o cual cosa. Y si se te ocurre inscribirlos en alguna escuela privada, cuidado porque el gasto se triplica.
Y quiero dejar en claro que no me molesta invertir en la educación de mis hijos, pero que sea eso realmente, una inversión, pero hacer gastos innecesarios como comprar tenis de cierto color para deportes, o muchas libretas de ciertos colores para las distintas materias que al final se quedan sin terminar, la verdad si me pesa bastante y como estas, había muchas cosas que me parecían un gasto y no una inversión.
Entonces, queriendo resolver la parte educativa de mi hijo decidí meterlo a una escuela privada y ¿Qué crees que pasó?, exacto, lo mismo y un poco más. Porque iba más horas a la escuela, le dejaban mucha tarea y además, ya no le quedaba tiempo en las tardes para sus clases de música, de natación y su tiempo de esparcimiento porque es un niño y necesita jugar.
Por lo tanto, todo el día era un estrés horrible, porque vivíamos con prisa y desafortunadamente descubrí que mis palabras recurrentes eran “Apúrate” y “rápido” entonces, nos volvimos una familia estresada; y nadie quiere tener en casa a un niño de 6 años enfermo de estrés, o al menos yo no quería eso para mi hijo.
En conclusión, entendí que si la escuela no saciaba educativamente hablando las necesidades de mis hijos, la armonía familiar se veía afectada por las discusiones y las prisas diarias y durante todo el año hacía gastos innecesarios, ¿Qué sentido tenía la escuela en nuestras vidas?, y ahí fue cuando decidí emprender este maravilloso viaje llamado homeschool, el cual disfruto todos los días, porque la armonía familiar regresó, también regresó el interés por el estudio, por el aprendizaje, por adquirir nuevos conocimientos de manera más práctica, didáctica y divertida y sobre todo regresó la calidad de vida y la paz a mi hogar.